viernes, 29 de julio de 2011

Sobre amor y desamor


Sobre amor y desamor.
Estar enamorado es un estado tan privilegiado que hasta cambia el sentido de la vida y en gente mayor tiende incluso a rejuvenecer. Todo cobra un nuevo color.
Es simplemente hermoso y enternecedor observar dos enamorados que se abrazan y que se miran. Se tienen lo más cerca posible como para no dar lugar a que se alejan el uno del otro.
Todos necesitamos de esta experiencia alucinante. Es como vivir en los extremos de uno mismo. Me acuerdo que cuando estuve muy enamorado, quise escribir el nombre de mi amada en todas las paredes de la ciudad… Vaya locura más hermosa.
A veces dura este amor por muchos años y sin embargo algún día (al menos en la mayoría de los casos) aparece el fantasma del desamor. Casi siempre a uno de los dos le cuesta reconocerlo y se resiste hasta lo indecible. La otra parte se encarga para agravar la situación al punto que termine en separación. Una dolorosa experiencia que oscurece tan fácilmente una hermosa y cálida experiencia de amor y de entrega.
No todo el mundo tiene el ánimo de pararse, de mirarse en el espejo. No todo el mundo entiende que entonces ha llegado el momento para un importante encuentro.
Quizás el más importante de todos que subyace a todo amor y desamor, es el encuentro consigo mismo. Es la hora de la verdad, allí en lo más íntimo de uno mismo.
Es un viaje diferente que conduce hacia la soledad e incluso hacia un cierto grado de silencio  para acallar tantas voces que surgen en estos momentos dramáticos.
Es la hora en que se te reclama dar amor y honor a ti mismo, a veces perdonándote o saliendo de la fastidiosa división entre lo bien hecho y lo mal hecho, otras veces simple y llanamente para abrazarte a ti mismo, allí en el fondo del corazón.
No todo el mundo tiene esta perspicacia, sabiendo que tú mismo eres el protagonista de esta bella historia de amor que ahora se ha acabado.
Lo que pasó es que tu amigo, amiga, amante, pareja ha sido objeto de tu amor, del tuyo y por tanto de lo que proyectaste en él o en ella. Ya se que cuesta entrever esta evidencia.
De algún modo se puede decir que en cuanto un amor no te lleva a amarte, honrarte a ti mismo, a ponerte en el centro de esta bella experiencia, no hay lugar para que prospere .
Hay algo simbólico que lo indica de alguna forma y es cuando te acercas mucho al ser amado, se refleja tu propia imagen en sus ojos.
Y allí se ubica este encuentro contigo mismo. Es como pasar la mano por un velo o deshacer una hipnosis en la cual te habías refugiado, pensando haber encontrado el gran amor de tu vida.
El único gran amor eres Tu y esto supone a menudo un proceso de reconciliación.
Pero no es algo dramático sino un simple re-encuentro con lo que en el fondo sabías. Es decir de lo que eres realmente. Es un sentarse solo y acallar la mente que le gusta mezclarse en estos asuntos por miedo de perder el control. Dile a tu mente que la necesitas para cosas mucho más importantes y que te deje tranquilo por el momento.
Al principio puede parecerse a una lucha o una treta de esgrima. Llegarán a asomarse todo tipo de recuerdos, de imágenes para acusarte o para entristecerte (acción de la mente). Y esto es lo que debe de pasar en estos momentos de soledad para que vayan pasando revista todas las veces que quieren.
Pasar revista, significa sentarte en tu butaca de cine íntimo y privado, sin implicarte, sin inmutarte lo más mínimo. No es mas que cine, cosas del pasado y a la medida que se repiten las escenas, las imágenes y secuencias, volverán a colocarse en el sitio que les corresponde que es la memoria.
Es verdaderamente sencillo y lo que parecían monstruos terminan por ser unos buenos amigos de los cuales te vas despidiendo. Ya no te hacen falta, ahora cuando te propones hallarte frente a ti mismo sin juicios, sin culpas, sin jugar a la víctima y tampoco echando la culpa a los demás.
Este acontecimiento de estar frente a Ti Mismo es único y sale del marco que se puede describir con meras palabras. Varía de una persona a otra. Es una experiencia íntima e irrepetible de un instante o bien de días, semanas o meses. Pero se dará con absoluta seguridad por haber sido decidido, por haberse creado las condiciones para que acontezca.
Así que el amor que termina en desamor, encierra si se quiere otro amor que esta vez es permanente y duradero. Será la base de otro tipo de relaciones compartiendo la bondad, la amistad, la generosidad, la transparencia, incluso el sentido de familia sin ponerle límites y sin crear expectativas unilaterales, con la paradoja de no reservarse nada para uno solo.
Pero hay gentes que no optan por este camino y se compadecen de si mismos hasta olvidarlo todo y para luego abrirse a un nuevo amor. Y así se van reproduciendo experiencias similares hasta que un día sin más remedio, recapacitan. Y lo harán para poner punto y final o para querer entrever un más allá del ciclo amor/desamor.
Habrá que honrar también a aquellos y aquellas que dan la espalda al amor que tacharíamos de romántico. Optarán por una vida lo más divertido y placentero posible, eligiendo lo que corresponde a sus gustos y tendencias. Y en este sentido hay tanto para escoger.
Queda un grupo mucho más pequeño de mujeres y algo menos de hombres que toman las relaciones y por tanto el amor como un juego. En este cometido suelen ser expertos. Son seductores natos y nos sirven a todos para aprender a no tomarlo demasiado en serio, eso del amor. El amor que llamábamos romántico.
Lo que en apariencia sería un engaño por su parte y que quisiéramos endosarles como tal, ofrece de hecho dos opciones si queremos ser honestos y valientes.
Una primera opción es reconocer que el supuesto engaño se basa en el auto-engaño por tomar el juego de la seducción y de los halagos demasiado en serio. Sería una forma de desengañarse por honestidad con uno mismo sin pasar a la fase del desamor.
Y una segunda opción sería tener la lucidez y agilidad de tomarlo como un juego igualmente. ¿Y por qué no? Hemos venido a este mundo para jugar.
Todo es finalmente un juego y a medida que esto nace a la conciencia de uno, la vida se puede convertir en experiencias divertidas aunque sean a menudo superficiales. Y esto está muy bien ya que debe de haber cabida para todos y para todos los gustos. Debe de haber sitio para la frivolidad.
...
Estamos entrando en una nueva era y aunque parece mentira, lo es también para con un otro modo de vivir y disfrutar el amor. La era del amor romántico y por tanto de la atracción entre las dos mitades como tal, está tocando a su fin.
Clara está que esta afirmación al anunciar un cambio muy radical, provoca una tremenda resistencia. Y no es para menos ya que trae consigo muchos y grandes miedos.
Miedos que tienen sus raíces en ámbitos tan variados como la propia historia o el lugar y familia de donde se procede, como la parcela de poder que ejerce cada uno/a en lo suyo, como el tipo de relaciones íntimas que tiene o ambiciona tener, como la orientación política, profesional, social y religiosa que tiene etc. etc.
Nos encontramos, queramos o no, ante una nueva encrucijada al inicio mismo de este segundo milenio. No es siempre fácil o evidente percatarse de lo que está realmente en juego ya que es un proceso que toca a todo y a todos.
Es un cambio tan radical que no solamente se da a nivel celular, físico, mental, anímico, interpersonal sino también a niveles estructurales, globales e incluso planetario.




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